¿No ves que en mi existencia por quererte,
voy saboreando el odio de la gente
y caminando al foso de la muerte
a impulsos de mi amor impenitente?

Tengo la sien de espinas duras llena,
el alma de una cruz atormentada,
el corazón sujeto a una cadena
y a tu imagen mi mente amalgamada.

Por ti, yo voy sangrando, y son mis huellas
al riego de mi sangre fervorosa,
relampagueos de lívidas estrellas
en mi abrumada senda dolorosa.

Cansado estoy, con toda el alma enferma,
pues, deja que mi corazón deshecho
se postre junto a ti, se aquiete y duerma
en el blando regazo de tu pecho.

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