¡Qué regio sueño embalsamó mi frente!
anoche la soñé suspensa al cielo
agitando sus alas en un vuelo
que no iba a realizar.
Pudo irse en aras de la brisa loca,
ascender hacia el éter de topacio
a la magna conquista de un palacio
donde mejor reinar…
Pudo decir: – Señor del firmamento,
acógeme en tu seno de bonanzas
y te daré mis dulces alabanzas
¡Pudo irse a no tornar!
Pero ¡oh, la suerte mía! No pudo irse,
y plegando sus alas diamantinas,
rodeándome sus manos marfilinas,
volvió a mi amante pecho.