De mi ventana a la quietud abierta
llega de tu risa el claro rumor;
a sus notas mi corazón se turba,
se turba mi doliente corazón.

Yo no sé si es tu sombra peregrina
que cansada se posa tras de mí;
y me alucina con tu suave risa,
con tu alada risa de ondas de añil.

Pero a donde quiera que errante vaya
oigo tu carcajear de cascabel
como en las sombras, y las aguas puras
que gustan las praderas recorrer.

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