III

FAUNO y faunesa a la sombra
del olivar amarillo:
miran con ojos soñantes
un suave prado de lirios.

La brisa pulsa en las hojas
su diapasón de suspiros;
riega el otoño en los montes
su cabellera de vino.

Fauno y faunesa en silencio
ante dríadas y silfos,
laxos de dulce pereza
reposan cerca del río.

Tarde que labra cristales,
viñedos cuyos racimos
grávidos untan de aroma
los muros y los caminos.

Fauno y faunesa en el césped
miran los campos mullidos,
las soledades del cielo
y las ondinas del río.

Oh, suavidad de la tarde
con luz de miel y jacinto.
Otoño que entra doliente
con rojas frutas al cinto.

Quietud vesperal. Quietud.

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