Siempre negando.

Escéptico.

Inconforme.

Sin dioses y sin templo.

En nada creo.

El mundo está tan puerco,

tan deforme

que hasta me siento

réprobo

y ateo.

Tan mal estoy,

sin religión ni credo,

desnudo,

quebrantado,

solitario.

Procuro creer en Dios

o en mí

y no puedo,

que vivo por vivir

muriendo a diario.

Yo veo en cada prójimo

un verdugo,

charcos de sangre

en todos los caminos,

puñales en las manos

y los dientes,

y a Leviatán

unciendo ante su yugo

a todos los malvados

y asesinos

y a todos azotándolos

con serpientes.

Entradas relacionadas

Deja una respuesta