Arisco y en exilio, todo armado
de púas, busca veras de caminos.
Todo agresivo, hirsuto, desgarbado,
enseña su armadura de caninos.

Convive con el polvo y la tristeza.
Símbolo de arisquez y delincuencia
nunca doblega el busto ni cabeza
aunque los soles le ardan la existencia.

Cuando las lluvias llegan, sus jirones
se cubren de verdor, y hasta florece
tímidos campanillos moretones.

Entonces sí los pájaros en coro
buscan la flor abierta que se ofrece
para hurtarle su fresco néctar de oro.

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