VIII

TU vida y mi sueño corren el mismo curso.
Cantaron en la noche bajo el viento
y el correr de los astros
contra el rumor de las hogueras.
No pudo aquello suceder bajo la luz
sino en las ignoradas soledades
de la flor, al contacto del aroma
y los lagos sonoros – dulcemente
estremecidos a la luna-.

Esto, ¿qué era al conjuro de los vientos
helados y el cantar de las alondras
heridas por la noche en los ramajes
empurpurados de la aurora?
Que venga cuanta angustia haya en la tierra,
sólo mi corazón de punta
resistirá en alto como un monte
urgido en la divina llama del amor.
Esto fui yo
bajo el agua del sueño atravesando
mis sienes como frutas reventadas,
pero, ah, que ante la noche desfallecen
las dulces bestias del instinto; yazgo
con la canción en ruinas en la boca.
Pena inmisericorde, siento a mi alma
querer llorar, lavarme el rostro,
y yo le digo: calla, ya el amor
segó tus rosas, tu trigal de junio.

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