IX

¿Acaso en el encanto de la tarde
se va el alma al misterio, al mismo río
de los seres flotantes aun invívitos?
¿De qué se purifica que retorna
clara y alada como simple niebla?
¿A qué aroma divino se sumerge
que huele a rosa, a beatitud, a ritmo
y transparencia? ¿Qué camino ha sido
que no se hirió la voz ni las pupilas?
¿A dónde emigra el alma en el crepúsculo
que el cuerpo desfallece como herido
de música infinita en el silencio?

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