II

ERA, eso sí, más puro que la idea
-entraña de la música, divino
opalescer, luz núbil que serpea,
o dúctil caracol alabastrino-.

Lirio o vientre a la vez que jazmínea,
¿por qué no el pie de un ángel que un espino
hiere tenaz? ¡Qué dulce panacea
cuya blancura encierra amable vino!

Pero, eso sí, la flor está encantada.
Quien la ha tocado se olvidó del cielo,
Quien la tocare morirá en la espada.

Su corola impalpable es el sonido
que duerme tras el viento y todo vuelo
que no es de Dios. Su nombre, lo prohibido.

Entradas relacionadas

Deja una respuesta