¿Decís la escuela nueva? Prosa pedestre, prosa donde la ineptitud esconde su orfandad, meretriz desgreñada, Mesalina rabiosa
Autor: Antenor Samaniego
¿Cómo no pude persuadirme enantes de tanto resplandor frente a mi mano, tantos rubíes juntos y diamantes en este cobre: corazón cristiano?
Yo quiero someter al mal, dios rojo que me insinúa manzanares de oro. Me bastan las legumbres que recojo
Una flauta: es el cuclillo. El paisaje se reviste de violeta y amarillo. La tarde se pone triste.
Antaño creía valer como Creso, que en mi alma cabían las cosas sin fin.
Jamás yo permití me aprisionara el yugo
¡Qué cosas por decir! Pero esas cosas rechazan el sonido y el color.
Se llamaba Rebeca y era hermosa.
No hay símbolo que permanezca intacto, irreductible;
Guardo, dentro de mí, recuerdos como miríficos oasis;